martes, 27 de julio de 2010

Las citas de mi vida o Como si fuera la primera vez


Y resulta que, entre todas las cosas que hago durante el día por mero ocio, me puse a pensar hace cuánto tiempo que no tengo una cita. Claro, una cita decente como las de antes, aquellas donde uno esperaba con ansias y nerviosismo, como si el futuro emocional de nuestras vidas estuviera en juego.

El resultado fue desastroso. Caí en la cuenta que por lo menos llevaba dos años sin una cita, ni a ciegas ni con los ojos bien abiertos. Definitivamente mi vida romántica se había ido por el urinario.

Ante la inequívoca realidad, decidí tomar cartas en el asunto (y no me refiero a ponerme a buscar pareja como malo de la cabeza). Era tiempo de centrar mis energías en alguna actividad que distrajera mi conciencia (si la tenía). Buscando entre pocas opciones relativamente inocuas, decidí que sería interesante probar la ebriedad como vía de autoconocimiento.

Después de unas pésimas incursiones, decidí abandonar esta vía (definitivamente había durado menos que un candy). Y es que de pronto me encontré ante una irrefutable verdad: la ebriedad como vía de autoconocimiento carece de un sólido fundamento, en la medida que lo que buscas es alcanzar un nuevo estadio de conciencia y, lo único que consigues (con suerte) es alcanzar un nuevo retrete.

Me puse a pensar entonces en aquellos breves romances donde después de una noche de sexo, la compañía de la otra persona se vuelve incómoda o molesta.

Me dispuse entonces a encontrar una persona que valiera el esfuerzo y, como si no fuera suficiente, sólo encontré pésimas propuestas de romances instantáneos. Y no es que no quiera algo así, es sólo que estoy cansado del café instantáneo, suele darme más molestias que momentos gratos.

Y recordé una vieja comparación entre el sexo y el café. La creencia urbana dice que del modo que te gusta el café, del mismo modo te gusta el sexo. Así, si te gusta el café intenso, fuerte y con cuerpo, eres una persona apasionada. Si gustas del café dulce, eres alguien romántico en la cama. Ahora, si gustas del café intenso y amargo, sería bueno que revises tu armario, por si encuentras un látigo entre tus cosas.

Pero bueno, la idea no es centrarnos en el sexo, sino adentrarnos en las dinámicas relacionales que establecemos con las personas que conocemos durante nuestras “exploraciones” en la vida amorosa.

Me puse a recordar entonces las citas que había tenido y, entonces surgieron en mi memoria una serie de encuentros, desde los más clásicos a los más hilarantes. Recuerdo una vez que con una persona quedamos para comer. Hasta entonces todo parecía ir de maravilla, habíamos sostenido una larga conversación previa. Sin embargo, cuando nos juntamos a la hora del almuerzo, era la persona más callada que había conocido y aunque puse todo mi esfuerzo en generar un ambiente distendido, al parecer las conversaciones cara a cara no eran su fuerte. Motivo por el cual pedimos la cuenta y a la cuenta de tres nos perdimos por calles diferentes.

Después de intentar dilucidar el enigma de lo anterior, me di cuenta que no era necesario invertir energías en algo así. Entonces recordé otra cita de aquellas. Esta vez el escenario fue el cine, cuando tomando la iniciativa, me invitaron a ver una película. Debo reconocer que soy feliz cuando alguien toma la iniciativa y, más aún cuando se trata del cine. Sin embargo, las complicaciones comenzaron cuando me dijo con toda alegría y entusiasmo: ¡Veremos Terror en Silent Hill!, ¿Una película de terror?, pensé, ¡vaya cita!

Definitivamente tenía otra concepción de una cita romántica, nada que tuviera relación con monstruos destripando personas o monstruos torturando personas o más monstruos partiendo en pedazos a más personas. Creo que después de esa cita, habría tenido una enorme excusa para haber quedado con un trauma de sadomasoquismo.

La verdad es que, después de recordar sólo este par de citas, no quise seguir rememorando otras. Y así, creo que ante esta desastrosa realidad, era prudente seguir en un estado de soltería que evitara posibles traumas. Sin embargo, quizás no sea tan malo arriesgarse con una que otra película, después de todo, siempre tendremos a mano los trailers.