jueves, 22 de octubre de 2009

Prueba de amor v/s Amor a toda prueba



Desperezándome a causa de la copiosa lluvia (que a ratos arreciaba de forma descomunal, exagero pero le da un clima de expectación al texto, creo jajaja) me puse a pensar en las abismantes diferencias existentes en el amor.

A raíz de los acontecimientos de las últimas semanas, caí en la reflexión sobre lo difícil que resulta encontrar un amor verdadero y lo fácil que resulta (en teoría) encontrar un momento de sexo casual o causal (teniendo en cuenta que puede causar más de un dolor de cabeza).

En los tiempos en que nos movemos es común encontrar relaciones más bien intensas y breves, estableciéndose un conflicto con la palabra “Compromiso”. No sé si es por temor a padecer de urticaria o porque resulta poco viable desde un punto de vista monetario, las personas optan con más o menos ganas, por relaciones de corta duración. Sin embargo, aparece en escena un elemento que llamó mi atención: la conciencia de que siempre, sea cual sea la relación, va a haber dolor.

Es sabido que las personas no somos amantes del dolor, salvo en el caso de los sadomasoquistas que, para efectos prácticos (auh!), dejaré de lado. En este sentido, resulta bastante común escuchar a jóvenes decir que, no hay razón para establecer relaciones duraderas, si al final siempre terminan mal y duelen. Sumemos a esto, la moda de los más jóvenes por encuentros furtivos y fugaces, donde no hay “daño a terceros”.

Pero volviendo a la inquietud inicial, es evidente que encontrar un “amor a toda prueba” resulta complicado. Sin embargo, es aún más complicado cuando no somos capaces de responder de igual forma a esa persona incondicional y surge la pregunta ¿alcanza el amor de uno para ambos en una relación? Yo me inclino a pensar que no. Sea que lo haya vivido o no, este tipo de relaciones se disuelve o vive una lenta y larga monotonía.

El panorama se vuelve desolador si pensamos en lo difícil que es encontrar una persona que sea capaz de sorprendernos con las cosas simples de la vida, que pueda compartir las sutilezas de los momentos. Así, surge esta oposición entre aquella persona que te pide la “pruebita de amor” con la barata excusa de saber si le amas y aquella persona que no necesita pruebas para amarte cada vez más.

Con la idea fija en la cabeza de lo genial que se siente ver que alguien babee por ti (y que no sea tu perro), decidí pensar y creer que se puede.

Así, a pesar de lo pesimista que parece el horizonte, es reconfortante ver en las calles a las parejas enamoradas, mirándose con ojos tan profundos que, puedes perderte en ellos y saber, sin más prueba, que aman con intensidad.

Y entre tanta hormona revuelta me pregunté ¿por qué es tan dificultoso algo que debiera ser tan natural y saludable? Y después de unos cuantos tragos (jajaja…ojalá, lo único que había en la casa era un kilo de porotos), eh…bueno, caí en la cuenta de que no hay una respuesta absoluta y definitiva sobre esto, pero sí que es necesario ser más naturales, más espontáneos, aprender a disfrutar las relaciones cómo se den, sean breves o largas, aprovechar la intensidad del amor que llega sin petitorios ni contratos y, sobre todo, a expresar lo que sentimos, perder el miedo a dejar al descubierto nuestras emociones que, en definitiva nos hacen personas y permiten tomar el dulce sabor de la vida.

2 comentarios:

  1. mmmm a lo más carrie ¿Soy optimista o pesimista? al minuto de publicar su libro.... bueno por lo que he podido ver tu has cambiado no sólo esta forma de escribir y siento, tal vez por que es lo que necesitamos para vivir, que estamos fijando nuevamente los ojos y las energías en creer que existe aunque muy escondida la fiel esperanza y creer que querer definitivamente es poder... y aunque suene muy hippie paz y amor hermano nos salvarán. jejejeje todos necesitamos algo en que creer.

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